Rescato de dicha exposición el siguiente texto, sobre el reconocimiento del hacer arquitectónico en los territorios americanos, un hacer cuasi fundacional a partir de la aceptación del hecho de habitar "una parte del planeta recientemente inaugurada en el plano del conocimiento". Configurar territorios para que luego los ideales humanos se puedan hacer efectivos en ellos.
América, arquitectura y naturaleza
La arquitectura debe responder nítidamente a las situaciones fundamentales que amparan la vida humana. Esas ideas hacen que nosotros, en América, tengamos que reconocernos como portadores de una experiencia extraordinaria: habitamos una parte del planeta recientemente inaugurada en el plano del conocimiento. En este ámbito de
razonamiento hay una dimensión particular, para nosotros brasileros y americanos, que es el hecho de tener una experiencia que se inicia con el mundo moderno. La idea de modernidad, como dicen los más amados filósofos, para nosotros americanos está centrada en el discurso de Galileo sobre el universo; en la Reforma corno una
puerta abierta, una larga confrontación a dogmas y paradigmas; en la espectacular aventura que comprueba las afirmaciones de la ciencia, las navegaciones. Nosotros, americanos, somos protagonistas particulares
de estos acontecimientos porque nos instalamos en estos nuevos recintos descubiertos como quien ocupa un planeta nuevo.
La aventura de ocupación de este
territorio es, por otro lado, una sucesión de horrores y errores trágicos, de
esclavitud, de exterminio de las poblaciones locales, del emprendimiento
colonial desmantelando el territorio. Esa historia dejó, para nosotros brasileros,
un diseño –en el sentido material, gráfico- impuesto por la colonización, la
línea del Tratado de Tordesillas, cuyo estigma deber ser contradicho. En el
ámbito de organización del espacio, en cuanto arquitectos, consideramos la idea
de urgencia, de esencial y de oportunidad de hacer florecer lo fundamental,
como un horizonte primordial de la arquitectura, un horizonte de paz. Tendremos
que fundar nuestro raciocinio en la cuestión humanística de paz para engendrar
nuestros proyectos que serán realizados de antiguos deseos, fundadores del
género en el universo. Se trata de establecer territorios configurados para que
los altos ideales humanos se efectivicen. Es una resistencia contra la miseria.
La revisión crítica del
colonialismo, en cuanto a la cuestión de la arquitectura y del espacio
habitado, es fundamental para el establecimiento de una personalidad, de lo
concreto que sea ser hombre contemporáneo para todos los pueblos del mundo.
Vemos, en Europa, la reconstrucción de ciudades destruidas por guerras infames,
siempre las mismas ciudades. Nuestros ojos se vuelven hacia la idea de
construir las ciudades americanas en la naturaleza, estableciendo nuevos
raciocinios sobre el estado de las aguas, las planicies y las montañas, la
espacialidad de un continente, nuevos horizontes para nuestra imaginación en
cuanto a la forma y el ingenio de las cosas que habremos de construir.