Citado en La Vanguardia, 28.12.2010, "Diseñados para morir"
La palabreja parece haberse instalado cómodamente en nuestro vocabulario habitual... Ya ni recuerdo cuando fue la primera vez que al ir a actualizar un programa informático me ponía que el mismo había sido declarado "obsoleto" por el fabricante y que entonces ya no daban más soporte por el mismo. O sea, el mensaje (no tan) sublimilal era: o te actualizas, o mueres junto con el programa.
Pues la obsolescencia parece haber llegado para quedarse, y lo de la informática no es más que la punta del iceberg, tal vez la industria que lo plantea más desembozadamente. Pero también los electrodomésticos, la ropa, la música, casi cualquier objeto de consumo hoy día se piensa desde su más rápido desgaste para tener que ser cambiado por otro, manteniendo vivo el engranaje de la producción-venta-consumo. Evidentemente, este punto de vista tiene sus acólitos... y sus detractores. Ahora, lo que está claro -al menos para mí- es que este es un círculo vicioso insostenible: en un planeta con recursos finitos, el consumo no puede ser infinito.
Y en este camino de obsolescencias programadas, no falta poco para que también los seres humanos empecemos a tener fecha de caducidad... El caso tan mentado estos días de las "jubilaciones anticipadas" no es más que una de las crudas imágenes del fenómeno.
Dejo el link del artículo aparecido en La Vanguardia el martes pasado, que bajo el título "Diseñados para morir", exponía este fenómeno en el caso de los electrodomésticos:
Y algunas frases más extraídas de dicho artículo:
La caducidad planificada caracteriza nuestro modelo económico, y forma parte consustancial de él. Ha sido históricamente la palanca que ha activado la compra y el crédito. "La obsolescencia programada surgió a la vez que la producción en serie y la sociedad de consumo", sostiene Cosima Dannoritzer, directora del documental "Comprar, arrojar, comprar". Existe una obsolescencia técnica, relacionada con la duración de los materiales y componentes, pues su diseño define su vida. Muy frecuentemente, el coste de una reparación (y la mano de obra) es tan elevado que a final sale más a cuenta comprar un aparato de nueva factura. La creación de diversas gamas de productos que no interactúan con el viejo equipo ayuda a que quede obsoleto.
La caducidad se hace sistemática cuando se altera los productos para hacer difícil su uso continuado. La falta de interoperatividad fuerza al usuario a comprar nuevos programas En el mundo del software hay dos variantes para obligar al usuario a comprar nuevas versiones. Una es perder la compatibilidad hacia atrás forzando la reconversión de todo lo antiguo para funcionar con lo nuevo. La segunda, menos agresiva, consiste perder la compatibilidad hacia adelante con novedades que no pueden ser manejadas por las versiones anteriores.
"No podemos pensar en la obsolescencia planificada como una teoría conspirativa en la que los productores nos engañan escondiendo información. Tenemos que mirar el plano estético y simbólico y pensar en la dinámica de la publicidad, que te hace ver algo nuevo para que lo tuyo parezca viejo. Todos somos corresponsables”, dice Federico Demaria, un investigador sobre decrecimiento licenciado en ciencias ambientales. “Todos somos víctimas y promotores de este fenómeno. La manera en que opera la obsolescencia te hace partícipe de este proceso", añade.
1954. Clifford Brooks Stevens, diseñador industrial."La obsolescencia planificada es introducir en el comprador el deseo de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario".